Sería hacia la mitad de los años 70 cuando empezaron a aparecer en el mercado guitarras bajo el nombre de José Ramírez Tomás.
Fue un fraude que le trajo muchas complicaciones a mi padre, José Ramírez III, hasta que por fin pudieron localizar a este José Ramírez Tomás, que resultó ser un testaferro del verdadero estafador al que nunca pudimos atrapar.
Juicio contra José Ramírez Tomás
Mi padre viajó a Barcelona, donde se celebraría el juicio, donde se pudo ver que este José Ramírez Tomás en realidad era un pobre hombre que había sido utilizado para llevar a cabo esta estafa sin que el verdadero autor corriera ningún riesgo.
Por supuesto, mi padre no aceptó que alguien que no era el responsable del delito fuera a la cárcel, pero al menos se dejaron de fabricar aquellas guitarras que, desgraciadamente, aún siguen circulando por el mundo bajo el nombre de José Ramírez Tomás, y todavía hay gente que cree que son auténticas guitarras Ramírez.
También agregaré que esas guitarras de José Ramírez Tomás eran guitarras baratas, de mala construcción, que no tienen nada que ver con las nuestras.
Las falsas guitarras Ramírez
Sirva este artículo como advertencia para quienes pueden caer aún en la trampa de adquirir una de esas falsas guitarras Ramírez. No obstante, también hay que añadir que de tanto en tanto siguen apareciendo falsificaciones de nuestras guitarras, aunque, lamentablemente, hasta ahora poco hemos podido hacer para frenar el engaño.
Por esa razón, es importantísimo que antes de animarse a comprar una guitarra que se supone que es de nuestra firma, se pongan en contacto con nosotros para asegurarse de que, al menos, es auténtica.
Al haber un mercado de segunda mano, el riesgo de caer en la trampa es bastante elevado y más de una persona ha creído comprar una auténtica Ramírez y se ha llevado la decepción de encontrarse con una guitarra falsificada y de una calidad muy deficiente. Y, afortunadamente, son muchas las personas que, antes de adquirir una de esas guitarras de segunda mano, nos consultan, evitándose así un disgusto innecesario.
Amalia Ramírez
Madrid, 4 de junio de 2023