Cuando mi bisabuelo, José Ramírez I, abrió su negocio en solitario, tras la separación de su hermano Manuel, puso a la venta tanto las guitarras construidas artesanalmente en su taller como las hechas en fábricas valencianas para un público amateur: Telesforo Julve, y algo más tarde también Vicente Tatay, quienes fabricaban guitarras finas, como ellos las denominan, querían decir algo así como las de batalla.
Lo que sí me consta es que Vicente Tatay continuó como proveedor de mi abuelo y sus descendientes, Tatay Tomás, fueron asimismo proveedores de mi padre hasta finales de los años 70.
Mi bisabuelo, por lo que sé, se peleaba bastante con aquellas guitarras de estudio que, según parece, eran concebidas más como muebles que como instrumentos musicales pues, aunque su aspecto podía ser correcto hasta un punto aceptable, sin embargo había problemas con su montaje que hacía necesario ajustarlas. Especialmente en lo relativo a su pulsación, lo que a menudo implicaba rebajar la madera del puente, entre otras cosas, para que fueran tocables.
La historia de las guitarras de estudio en Guitarras Ramírez
Al principio conservaba la etiqueta original de esas guitarras de estudio, pero vio que en muchas ocasiones venían clientes a quejarse de la calidad esperando una reparación o cambio gratuitos. Al no poder comprobar si esas guitarras habían sido verdaderamente adquiridas en su establecimiento o no, ya que no había ningún distintivo que lo indicara, cambió su práctica comercial poniendo en ellas una etiqueta suya para indicar que habían sido compradas en su tienda, de diseño diferente a las construidas en su taller.
Esa etiqueta Ramírez implicaba dos cosas: que habían sido adquiridas en su establecimiento y que habían sido ajustadas adecuadamente por él o por sus oficiales. Ello era la garantía de que aquellas guitarras eran consideradas por él como adecuadas para su venta y por tanto asumía la responsabilidad sobre cualquier problema relacionado con ellas en cuanto a su hechura como a su “tocabilidad”.
Así que hemos seguido esa misma práctica hasta nuestros días, generación tras generación.
Quisiera aclarar, antes de continuar, que nada de lo que expongo aquí acerca de las guitarras de estudio implica crítica alguna, puesto que considero, al igual que mis antecesores, que si no existieran las guitarras de estudio no habría guitarristas o, de haberlos, serían muy pocos, porque a ver quién se gasta la importante suma de dinero que supone adquirir una guitarra artesanal si aún está empezando a recorrer ese camino que no siempre se continúa y, menos aún, para convertirse en un guitarrista profesional.
Es por eso que a las guitarras hechas a mano siempre las hemos llamado “profesionales”, aunque es cierto que en muchos casos las adquieren aficionados que lo que quieren es disfrutar de un instrumento de primera calidad. También es cierto que las fábricas con las que mi familia ha trabajado también fabricaban guitarras de diferentes calidades, y algunas de ellas eran bastante buenas, pero nunca comparables a una guitarra artesanal.
Anécdotas sobre la concepción de guitarra-mueble que se tenía de las guitarras de estudio
No hay que olvidar que esa concepción de guitarra-mueble estaba bastante extendida en dichas fábricas en aquellos tiempos. Para explicar esto tengo un par de anécdotas muy ilustrativas.
Mi abuelo visitó en cierta ocasión una de aquellas fábricas donde vio, con perplejidad, cómo pegaban las barras de suelo. El sistema consistía en lo siguiente: una vez juntados los suelos untaban las barras con cola caliente, e iban apilando unos suelos sobre otros hasta que llegaban a una determinada altura.
Entonces ponían un peso encima, con lo que la cola de las barras de los primeros suelos ya se había medio secado, con las consecuencias que ya nos podemos imaginar, y también con la posibilidad de que algunas de las barras se inclinaran.
Y como otra muestra de la idea de guitarra-mueble que se tenía, y no tanto como instrumento musical, en los años ochenta mi hermano, José Ramírez IV, junto con Miguel Martínez (histórico dependiente de la tienda), fueron a visitar una feria de artesanía valenciana y de instrumentos donde enseñaban las guitarras con las cuerdas flojas, con lo que no se podían probar, naturalmente. Y todo esto no significa que estas fueran unas prácticas generalizadas en las fábricas valencianas, ni mucho menos, es solo una anécdota que describe el concepto que entonces tenían acerca del verdadero objetivo de este instrumento.
La mejora en su fabricación
Afortunadamente nada de eso ocurre en la actualidad.
Es cierto que la entrada de Japón en el mercado de la guitarra española, en la década de los 60, sirvió como acicate para los fabricantes valencianos, pues se encontraron con un competidor que empezó a hacer guitarras económicas de bastante calidad y que exportaban a todo el mundo.
Como suele suceder, los retos nos ayudan a crecer y a mejorar, y en unos pocos años las guitarras hechas en la zona de Valencia y Alicante experimentaron un cambio a mejor, ventaja que seguimos disfrutando hoy en día.
No obstante, ahora tenemos otro reto similar con las guitarras españolas hechas en China a muy bajo precio y con una calidad, como muebles, cada vez más buena, y que los fabricantes valencianos están esforzándose por superar. Y lo mismo que supieron hacerlo en el pasado con Japón, estoy segura de que conseguirán hacerlo ahora con China, aunque el costo está siendo también muy elevado.
En cuanto a la mejoría ya experimentada a raíz de la irrupción de las guitarras hechas en Japón, puedo decir que he visitado con mi hermano, y más tarde con mis sobrinos, fábricas de la zona de Valencia y Alicante que, aunque trabajan en serie como es propio de una factoría, su dedicación a lo que hacen está enfocada en lograr una buena calidad.
Por supuesto que, en estas manufacturas, aparte de la maquinaria cada vez más sofisticada que emplean, hay una parte que solamente se puede hacer a mano y, de hecho, cuanto mejor es la calidad del instrumento mayor es la cantidad de mano de obra aplicada a su elaboración, y mayor es también su precio, naturalmente. Se trata, pues, de instrumentos hechos en serie con máquinas y con cierto trabajo manual, y con diferentes niveles de calidad.
Las guitarras de estudio en Guitarras Ramírez
Mi bisabuelo, como iba diciendo, tenía como proveedor de guitarras de estudio a Julve, y seguramente también a Vicente Tatay. En cuanto a Manuel Ramírez, sabemos que tenía amistad con Ricardo Sanchís, quien se formó en el taller de Julve y se independizó en 1925. Así que es más que probable que Telesforo Julve fuera también el proveedor de las guitarras de estudio de Manuel, aunque no llegara a tener como proveedor a Ricardo Sanchís, ya que Manuel murió en 1916.
Lo cierto es que es poco probable que una guitarrería artesanal pueda sobrevivir únicamente con la producción de su taller, siendo la guitarra de estudio un paso inicial casi siempre indispensable para más adelante, si se tercia, adquirir una guitarra artesanal, de mayor calidad de construcción y de sonido.
Mi abuelo, José Ramírez II, cuando regresó de Buenos Aires para hacerse cargo de la guitarrería de su padre, continuó comprando sus guitarras de estudio a Telesforo Julve y a Vicente Tatay, y también siguió la misma práctica rutinaria que su padre con dichas guitarras en lo tocante a ajustarlas, como algo habitual en los instrumentos de estudio hechos en fábricas. Y así sigue sucediendo en la actualidad.
Y su principal proveedor era Tatay, quien le hacía una línea de estudio consistente en cuatro modelos:
- Uno pequeño denominado modelo 76, para niño.
- Uno mediano denominado modelo 78.
- Y dos de tamaño normal, el modelo 21 y el modelo 23 de mejor calidad.
Esta línea de estudio, hecha exclusivamente para Ramírez, llevaba nuestro antiguo remate de cabeza, y es el que actualmente seguimos utilizando con nuestras guitarras de estudio.
El sueño de mi abuelo, según contaba mi padre, era tener una fábrica de guitarras con chimenea. Está claro que lo que quería era tener su propia producción de guitarras hechas en serie, además de las artesanas totalmente hechas a mano. Pero le alcanzó la guerra antes de realizar su sueño y, peor aún, le tocó vivir la posguerra. Así que su principal función en esta historia familiar de guitarreros fue la de ser un maestro de la supervivencia que supo conservar el taller fundado por su padre y transmitírselo como un valioso y querido legado a sus descendientes.
Mi padre, José Ramírez III, volviendo al tema de las guitarras de estudio, heredó, junto a la guitarrería, la línea fabricada por Vicente Tatay, y posteriormente por sus hijos, Tatay Tomás, hasta los años 70, con el antiguo remate de cabeza Ramírez, cuando ya mi padre había hecho modificaciones en dicho remate de cabeza para sus guitarras artesanas, construidas siempre en su taller.
El otro proveedor que tuvo mi padre fue Arturo Grau, el propietario de la fábrica Taurus. Taurus era una marca afincada en Cataluña que hacía unas guitarras de estudio que estaban bastante bien, eran muy sólidas y resistentes por lo que me contaba mi padre, quien también le tuvo de proveedor hasta mediados de los años 80.
Las fábricas que he ido mencionando hasta ahora son ya históricas, pues ninguna ha continuado más allá de mitad de los 80, según la información de la que dispongo, ya que supongo que la mayoría no pudo competir con la guitarra española hecha en Japón.
No voy a facilitar aquí los nombres de las factorías que desde entonces han trabajado y aún trabajan para nosotros por razones obvias. Solo diré que nos hemos volcado para colaborar en la mejora de su calidad, dada su buena disposición a recibir nuestra asesoría y seguir nuestras indicaciones para apoyar la consecución de su objetivo de ser los mejores en su actividad.
Entiendo que su esfuerzo por lograr una calidad con costos bajos tiene mucho mérito lo cual, evidentemente, no solo redunda en su beneficio, sino en el nuestro, ya que nuestras exigencias de calidad son muy altas, puesto que es lo que siempre hemos ofrecido a nuestra clientela. Y así crecemos todos juntos, apoyándonos entre nosotros, que es el mejor camino a seguir.
Línea E, la línea de estudio de diseño propio de José Ramírez IV
Me queda por contar que mi hermano, José Ramírez IV, decidió en los años 80 crear una línea de estudio de diseño propio, que llamaron Línea E. Los diseños de plantillas, varetaje y estructura general de aquellas guitarras los hicieron entre mi padre y mi hermano. Y las hacían en exclusiva para nosotros en una fábrica cuidadosamente elegida, que puso todo su empeño en mejorar su calidad desde el principio, siguiendo todas las instrucciones e indicaciones de mi padre y de mi hermano.
Posteriormente, desarrollamos otros modelos con otras fábricas haciéndolos en exclusiva para nosotros utilizando siempre nuestros diseños, plantillas e instrucciones técnicas.
Mi hermano, con mucho acierto, consideraba que las guitarras de estudio eran el paso preliminar para más adelante dar el salto a una guitarra profesional, y que era fundamental que tuvieran nuestros diseños para que sus calidades fueran afines a nuestra marca. Y lo cierto es que esta iniciativa fue muy positiva.
Para terminar, quiero insistir en que todas las guitarras hechas en fábricas que vendemos las revisamos y ajustamos en nuestro taller, llevando a cabo el trabajo final para dejarlas en las mejores condiciones para su venta, al igual que hacían mis antecesores. Y aquellas guitarras cuyos defectos no son aceptables según nuestro criterio y requieren, por ejemplo, cualquier problema que afecte al barniz, un cambio de diapasón, la reparación de un aro, o una raja… son devueltas al fabricante para que las repare.
Ponte en contacto con nosotros si quieres saber más sobre nuestros modelos y quieres compararlos. Podemos mostrártelo online para aclararte tus dudas y ayudarte a seleccionar el mejor instrumento para ti. Puedes concertar una cita online, escribirnos a tienda@guitarrasramirez.com o a través de nuestro teléfono podrás resolver tus dudas o concertar una cita +34 680 122 262.
Artículo escrito por Amalia Ramírez