En el año 1864 nació en Alhama de Aragón Manuel Ramírez de Galarreta y Planell. Aunque la residencia habitual de la familia era Madrid, la profesión del padre les llevó a residir algún tiempo en dicha localidad.
Manuel aprendió de su hermano mayor (José Ramírez I) el oficio de guitarrero. A la edad de 27 años, allá por 1891, decidió independizarse.
Al principio su idea era establecerse en París y, al comunicárselo a José, este le ayudó a realizar su proyecto. Pero no se sabe la razón por la que Manuel cambió sus planes y terminó instalándose en el nº 24 de la madrileña calle de la Cava Baja, lo cual sembró la enemistad entre los hermanos sin que se pudiera aclarar la situación en vida.
Fue nombrado luthier del Real Conservatorio de Madrid. Asimismo, continuó la escuela iniciada por su hermano.
Los guitarreros que formó, cuando se independizaron, fueron reconocidos entre los mejores constructores de la época. Estos discípulos fueron Santos Hernández, Domingo Esteso y Modesto Borreguero.
Dado el éxito que obtuvo la “Guitarra de Tablao” diseñada por su hermano José, Manuel continuó construyéndola, pero poco a poco fue desarrollando su propia plantilla, hasta conseguir un instrumento flamenco que sigue sirviendo de modelo para este tipo de guitarra y que siguieron utilizando sus discípulos.
Después de estar un tiempo en la calle de la Cava Baja, Manuel trasladó su taller a la plaza de Santa Ana nº 5 y, más adelante, a la calle Arlabán nº 10, donde se instaló definitivamente.
Allá por el año 1912 se produjo una de nuestras anécdotas más conocidas. En el taller de la calle Arlabán entró un guitarrista de aspecto un tanto extravagante con la intención de alquilar una guitarra clásica, a Manuel le hizo gracia la propuesta y decidió seguirle la corriente por curiosidad.
Le dejó una guitarra cualquiera para que la probara, mientras tanto siguió su conversación con José del Hierro, profesor de violín del Conservatorio Superior de Madrid.
Ambos se quedaron ensimismados con la forma de tocar del joven guitarrista, tanto que el profesor intentó persuadirle para que dejara la guitarra y se dedicara al violín sin que consiguiera ningún éxito.
Manuel, que había estado escuchando la conversación, decidió regalarle la guitarra a condición de que la llevara por todo el mundo, sabiendo que entre sus manos el instrumento iba a desarrollarse de manera maravillosa.
Esta guitarra es la que está expuesta en el Museo Metropolitan de Nueva York, que junto a la etiqueta de Manuel aparece la etiqueta de la reparación que posteriormente le hizo Santos Hernández.