Nació en Madrid en mayo de 1953 y, a los 18 años, entró como aprendiz en el taller de guitarras.
En 1977 alcanzó la categoría de oficial de 1ª y, en 1979, hizo una guitarra que fue elegida por Andrés Segovia, sin que este supiera que había sido construida por el joven Ramírez, ya que en aquella época todas las etiquetas estaban firmadas por su padre, según la tradición de que el maestro firma todas las guitarras construidas en su taller, como es lógico.
Fue tal la alegría del joven guitarrero que se la regaló y le escribió emocionado una dedicatoria que firmó y encoló junto a la etiqueta. El maestro tocó aquella guitarra en muchos de sus conciertos hasta el final de sus días, todo queda registrado en la carta que el maestro escribió al músico.
En 1991 siguió construyendo la guitarra con todas las características sonoras de los años sesenta que denominó “Modelo Tradicional”. Además, inició el proyecto de otra guitarra con un nuevo diseño que expresara un sonido más claro y directo; que se ajustaba a las nuevas tendencias y a la que llamó “Modelo Especial”, quedando totalmente definida en el año 1992.
José Ramírez IV se ocupó de detallar, desarrollar y perfeccionar los modelos de su padre, adaptándolos a las necesidades de los músicos de aquel momento.
También desarrolló nuevas técnicas de construcción que hicieron que los instrumentos fueran más cómodos y fáciles de tocar; además de más estables en su montaje, evitando en algunos casos, reduciéndolos en otros, las deformaciones debidas a los movimientos de las maderas.
Un valioso reconocimiento se produjo en el año 1979. Entre varias guitarras que se habían escogido para llevárselas al maestro Andrés Segovia, iba una construida por él.
Otro capítulo importante fue el de las guitarras de estudio destinadas a principiantes, estudiantes y músicos que querían amplificar sus instrumentos. Tenemos que señalar que, ya en tiempos de José Ramírez I, estas guitarras se vendían en las guitarrerías como alternativa a las hechas a mano que, naturalmente, eran mucho más caras y de una calidad muy superior.
Al principio no les ponía etiqueta, pero con el tiempo se dio cuenta del error, ya que la picaresca aparecía en forma de reclamaciones de guitarras que decían haber sido compradas en su tienda y, al no llevar etiqueta, no se podían rebatir esas afirmaciones. Finalmente, mandó hacer unas etiquetas especiales, diferentes a las que ponía en los modelos profesionales y, de este modo, se acabaron los problemas.
En cuanto a José Ramírez II, no solo continuó vendiendo guitarras de estudio construidas en serie, sino que además diseñó otros modelos para que fueran hechos por los mejores fabricantes que había por aquel entonces en Valencia.
A José Ramírez III, al igual que a su abuelo, no le gustaban las guitarras de estudio, por lo que no le importó la lenta desaparición de los diseños de su padre.
Sin embargo, José Ramírez IV no pensaba así. Era muy consciente de la importancia que tenían esas guitarras para que, los principiantes, estudiantes y músicos que quisieran una guitarra amplificada pudiesen disfrutar de una guitarra Ramírez más económica y sencilla.
Por otro lado, los intérpretes que necesitan amplificarse en una agrupación pueden encontrar en estas guitarras una opción con menos riesgo que el de hacerle un tipo de obra similar a su guitarra artesanal. Así que en el año 1986, José Ramírez IV, convenció a su padre para diseñar conjuntamente una línea de estudio denominada “E”, fabricada en exclusiva para Ramírez con una especial selección de maderas.
Más tarde, en el año 1991, coincidiendo con los cambios realizados en los modelos artesanales, José Enrique diseñó otra línea de estudio más económica que la anterior y la denominó “R”, basándose en la plantilla del modelo profesional C86.
Desgraciadamente, murió joven, en el año 2000, con lo que tuvo poco tiempo para aumentar la escuela, siendo su único discípulo Ricardo Sáenz, aunque también compartió con su padre la formación de su hermana Amalia.