Mi tío bisabuelo, Manuel Ramírez de Galarreta, debió de ser un personaje bien interesante y también muy osado, por las cosas que de él nos contaba nuestro padre a mi hermano y a mí. Y no hay más que ver el único retrato suyo que tenemos (aparte de la fotografía en la puerta de su tienda-taller de la calle Arlabán 10 de Madrid) para corroborar que fue un hombre orgulloso, seguro de sí mismo y de un temperamento también un tanto feroz.
¿Cómo era Manuel Ramírez?
Ya tenemos al menos un par de demostraciones documentadas de ello a través de un par de guitarras. Una de ellas construida en el taller de su hermano mayor y maestro, José, cuyo interior, justo bajo la tapa armónica, está profusamente decorado con el sello de su nombre: Manuel Ramírez de Galarreta, como si por un arrebato irresistible necesitara dejar patente su participación en la construcción de esa guitarra, que llevaba la etiqueta del maestro, José Ramírez de Galarreta y hermano. Esta guitarra forma parte de la colección de Félix Manzanero.
La otra, una peculiar guitarra muy mal conservada que nos trajeron al taller hace bien poco y que, pese a tener una etiqueta del constructor almeriense, concluimos en que no era un instrumento suyo, ya que la guitarra tenía un sello estampado y otro grabado en la culata y en la zona de la tapa pegada a la misma con el nombre Manuel Ramírez, una zona poco accesible para la mayor parte de la gente. Según las lenguas inquietas del mundillo guitarrístico, Manuel falsificó varias guitarras de Torres, y quizá, si esto fuera cierto, esta se trate de una de esas supuestas falsificaciones o, tal vez, otra demostración de que su trabajo estaba al mismo nivel de excelencia que las guitarras que realizó Torres.
Pero todo esto es algo que carece de documentación material, aunque se comenta que en alguna colección se exhibe alguna de estas guitarras presumiblemente de Antonio de Torres, pero que casi, casi seguro -dicen- son falsificaciones hechas por Manuel. No sé, no lo puedo afirmar ni negar, pero es muy probable que se trate de una leyenda urbana de las muchas que transitan por nuestros círculos.
Las dos Torres de Manuel Ramírez
Lo que sí es cierto es que Manuel estaba harto de que siempre pusieran como ejemplo a Torres, a quien sin duda admiraba, pero a quien, por la misma razón, también quería superar y hacerlo de una manera visible y contundente. No sabemos cómo ni por qué medios, llegaron a su poder dos etiquetas de Torres. Y se puso manos a la obra en la construcción de dos guitarras en las que se aplicó a fondo, empleando todos sus conocimientos, habilidades y experiencia y, una vez terminadas, encoló en su interior sus propias etiquetas, y sobre ellas, tapándolas con mucho cuidado, puso las etiquetas de Torres pegándolas muy ligeramente y solo por las puntas.
Hecho esto, corrió la voz de que habían llegado a sus manos dos guitarras de Antonio de Torres, desconocidas hasta entonces, e invitaba a todos los guitarristas clásicos a que acudieran a su establecimiento cierto día a cierta hora, para presentárselas y para que las pudieran probar. La noticia tuvo una respuesta abrumadora, y tanto guitarristas como aficionados y cotillas del gremio acudieron a la invitación.
Probaron las dos guitarras exhaustivamente, cantaron sus alabanzas sin discusión ni desavenencias y afirmaron que eran las Torres mejores que habían conocido hasta el momento. Insistió Manuel en que reafirmaran lo afirmado para evitar arrepentimientos posteriores y, siendo la respuesta unánime, con toda solemnidad despegó las etiquetas de Torres dejando a todos los presentes sin palabras al ver que, bajo ellas, estaban las de Manuel.
Amalia Ramírez.
Madrid, 8 de noviembre de 2022.
