Inspiración oculta en la guitarrería
Algunos guitarreros han empleado en su obra formas, proporciones, colores y elementos de significado oculto que pocos saben leer y detectar; algunos basados en la geometría sagrada, por su presencia en la naturaleza así como en construcciones de culto, principalmente en catedrales y mezquitas, o en numerosas expresiones del arte y de la artesanía; otros por sus raíces enterradas en las antiguas religiones, siempre entrelazados con el anhelo del alma humana en su búsqueda de lo sublime, recurriendo al lenguaje simbólico y esotérico. En fin, han transitado senderos pertenecientes al lado intangible de la realidad dotando a su obra de un sentido, de una intención, casi como un acto mágico que coronara el proceso de su creación.
El legado simbólico de Antonio de Torres
Escuchando a Joaquín Pierre en su vídeo sobre Antonio de Torres, he disfrutado con la información tan rica e inspiradora que ofrece, y muy especialmente cuando habla de la simbología que encierran los diseños de las bocas de las guitarras de Torres. Creo que todo lo relacionado con Torres es fascinante, y me gusta mucho ese aspecto esotérico de su obra, donde lo invisible está a la vista de todos, pero que solo es visible para quienes saben mirar.
Apolo, el laurel y el ritual de la maestría
Cuando habla de la espiguilla, la relaciona con la corona de laurel de Apolo, que la ponía en las bocas de las guitarras destinadas únicamente a aquellos guitarristas que consideraba que tenían el grado de maestría. Ciertamente, Apolo, que originalmente era un dios asiático de poca relevancia, en la etapa olímpica fue trepando en el escalafón de los dioses hasta convertirse en el segundo en importancia después de Zeus. Según nos cuenta Robert Graves, se impuso por la fuerza en el oráculo de Delfos tras matar a Pitón, el dragón délfico que protegía el oráculo hasta entonces dependiente de la Madre Tierra. Según algunos autores, la Pitía -o Pitonisa- masticaba una mezcla de laurel y una miel tóxica para pronunciar sus oráculos; como decía el poeta Calímaco “la Pitía en el laurel se instala, profetiza gracias al laurel y sobre el laurel se apaga”. Entonces llegó Apolo quien, por imposición de Zeus, tuvo que purificarse cumpliendo con un castigo de servidumbre al haber derramado la sangre de Pitón. Así fue como, a partir de entonces, el criminal, tocado por las ramas de laurel, quedaba libre de sus máculas. Y así, el laurel ritual, empleado para emitir oráculos, se convirtió en la corona que ceñía la frente del dios como símbolo de su victoria y su reinado sobre el oráculo délfico.
De la Madre Tierra a las Musas de Apolo
Desde entonces la Pitía, anteriormente bajo la tutela de la Madre Tierra, pasó a estar bajo la tutela de Apolo, al igual que sucedió con las Musas. Y de este modo el dios advenedizo se convirtió en el símbolo de todos los elementos propios de la exaltación del espíritu y de todas sus manifestaciones: el arte, lo sublime y el don de la profecía. Es la imposición de la era del patriarcado que sustituyó a la antigua religión de la Gran Madre, representada en diferentes tradiciones por la muerte del dragón, símbolo ancestral de lo Femenino. Por tanto, la inspiración, ya sea en el ámbito del arte como en el de la profecía, se le atribuyó a Apolo, aunque su origen y uso no pudo sustraerse de sus representantes femeninas, las Pitías y las Musas.
La Triple Diosa y el ciclo lunar
La Triple Diosa fue adorada en toda la cuenca mediterránea, y manifestada a través de las tres fases de la Luna: Nueva-propicia, Llena de la cosecha y Vieja peligrosa, es decir, las tres edades del ciclo de la vida interpretadas por la Luna, blanca en su fase creciente como doncella (virgen) en la primavera, roja en el plenilunio como ninfa (orgiástica y guerrera, madre y esposa) en el verano, y negra en su fase menguante y oscura como vieja (sabia, abuela y bruja) en el invierno. En resumen: nacimiento, procreación y muerte le pertenecen en un ciclo continuo de renovación y de evolución.
El simbolismo de los colores sagrados
En su faceta de protectora del hogar y de la familia, en las casas de la antigua Grecia se representaba por el carbón cubierto de ceniza que se utilizaba para caldear el lugar, y en torno al cual se reunía la familia. A veces, ese montón de carbón se colocaba sobre una mesa de arcilla, redonda y con tres patas, cada una pintada de los colores de la Diosa: negro, rojo y blanco. Estos colores, además, adornaban el cuerno del Unicornio, símbolo del calendario lunar y que simbolizaba el dominio de la Diosa Luna sobre las estaciones.
La alquimia en los mosaicos de Torres
Joaquín Pierre nos habla de la presencia de estos tres colores en sus mosaicos, para los que normalmente utilizaba maderas naturales, pero cuando las teñía lo hacía empleando el negro, el blanco y el rojo y, en efecto, como también señala en su vídeo, estos son los colores de la Magnum Opus de los alquimistas, mostrando los pasos, conocidos como operaciones, del proceso que conduce a la obtención de la Piedra Filosofal, o el hombre transformado. Por cierto, pasos impregnados del mismo significado de las fases lunares ya referidas. En la primera operación del proceso, la Obra al Negro o nigredo (luna menguante y negra), la Materia Prima se calcina, y representa la destrucción y putrefacción de los elementos materiales; la segunda operación, la Obra al Blanco o albedo (luna creciente y blanca), es el blanqueo , y representa la purificación y la sublimación donde el alma se eleva por encima de la escoria material y se muestra pura; y, por último, la tercera operación, la Obra al Rojo o rubedo, es el enrojecimiento, que representa el esplendor del espíritu. Es el León Rojo que, en algunas catedrales, se representaba por una mujer portando una bandera dividida en tres partes.
La Piedra Filosofal como metáfora del alma
La búsqueda de la Piedra Filosofal en realidad es la vía para recuperar la nobleza y dignidad primordial de la condición humana anterior a la “caída”. Es la Magnum Opus donde el hombre emprende el Camino Iniciático partiendo del plomo, como símbolo de las tinieblas de la ignorancia, para transformarse en oro, como símbolo de la Sabiduría y de la consciencia plena. Así, pues, la obtención de la Piedra Filosofal es sólo la etapa previa al verdadero objetivo de la Magnum Opus.
Y que estos tres colores, de un significado tan profundo en cuanto a la evolución del ser humano hacia su manifestación más elevada, estén representados con una intención en los mosaicos de las bocas de las guitarras de Torres, me parece que muy bien podría estar hablando del proceso alquímico que experimenta el alma humana al ser tocada por el arte sublime de la música, cuando es creada e interpretada por la sensibilidad de un maestro.
Proporción áurea y armonía sonora
Por último, está la proporción áurea, también llamada proporción divina, uno de los elementos de la geometría sagrada que se ha empleado en plantillas de guitarras, y de otros instrumentos musicales, desde antiguo. La plantilla de la guitarra diseñada por mi padre, José Ramírez III, está íntegramente estructurada en base a este principio, como fundamento de la armonía, no sólo en cuanto a su forma, dándole un aspecto bello, armonioso, sino como recipiente de todos los componentes que configuran el instrumento con el fin de producir un sonido armonioso, equilibrado.
Sobre este particular, invito a la lectura del artículo “Geometría y proporción en la guitarra Ramírez” escrito por Jesús Alonso Trigueros, publicado en nuestra web, donde desarrolla con todo detalle la presencia de la proporción áurea en la plantilla de la guitarra Tradicional, creada por mi padre y que es un icono en el mundo guitarrístico.
La visión creativa de José Ramírez III
He escrito varios artículos hablando de mi padre, de su inventiva, de su infatigable curiosidad, de su tesón para cumplir con el propósito al que entregó su vida. Fue despojando sistemáticamente a su mente de los límites impuestos por los prejuicios sin fundamento y por muchas de las creencias imperantes en la sociedad en la que vivió, labor a la que se dedicó de forma consciente y metódica. Aprendió de las técnicas de sus antecesores para comprender su esencia, y para luego desestructurar lo aprendido y poder recrearlo desde una nueva perspectiva, como si se encontrara ante un koan. Era un espíritu inquieto, rebelde, revolucionario a su manera y, desde luego, transgresor, que rompió moldes para dar forma a su sueño, y lo consiguió.
El misterio como impulso creativo
Hay, por supuesto, otros factores -llamémoslos esotéricos- en su obra que no me está permitido hacer públicos, y sobre los que solamente mis sobrinos, Cristina y José Enrique, están debidamente informados, y algunos de ellos se sostienen sobre bases científicas que, no obstante, permanecen ocultos a la vista pero visibles para quien los sabe ver. Por eso solía decir que bendecía a sus imitadores porque, al no conocer los porqués, copiarían sus defectos.
Una de sus frases favoritas se la tomó prestada a Hamlet: “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía”. Y esa frase constituye el resumen de su vida y de su personalidad. El misterio, lo oculto, lo insondable, eran un desafío-golosina al que nunca se supo resistir.
Amalia Ramírez
Madrid, 28 de diciembre de 2024