Recientemente, llegó a nuestras manos una entrevista realizada a Narciso Yepes en la que el entrevistador introdujo una intervención telefónica de mi padre, José Ramírez III, quien no pudo asistir personalmente, pero cuya intervención fue suculenta e instructiva.
En la entrevista, Yepes, seguramente por un error o por estar mal informado, decía que Marcelo Barbero fue discípulo de Santos Hernández. Bueno, es generalmente sabido en el mundo de la guitarra que Marcelo Barbero fue discípulo de mi abuelo, José Ramírez II, y que también coincidió en el taller con mi padre, José Ramírez III. Ahí fue donde aprendió el oficio.
Discípulo de José Ramírez II
Desconozco en qué momento se independizó, pero es cierto que, tras la muerte de Santos Hernández en 1943, la viuda de Santos, Matilde Ruiz, le contrató, junto al guitarrero granadino Manuel de la Chica, para trabajar en la tienda de su marido y terminar entre los dos algunas guitarras inacabadas de Santos. Más tarde, Marcelo Barbero comenzó a construir para su viuda.
Posiblemente, el hecho de haber trabajado en el taller de Santos fuera la razón por la que algunas personas creen que Santos fue su maestro, pero lo cierto es que su maestro fue mi abuelo, José Ramírez II.
Maestro de Arcángel Fernández
No he podido encontrar ningún dato que indique la fecha en que Barbero dejó de trabajar en el taller de Santos. Lo que sí sé es que, ya como guitarrero independiente y con un reconocido prestigio, fue el maestro de otro gran guitarrero muy cotizado por sus guitarras flamencas: Arcángel Fernández, quien se dice que nunca dejó de utilizar el viejo sistema de medir la altura de las cuerdas de las guitarras flamencas con una perra gorda*.
Arcángel a su vez fue maestro de Marcelo Barbero II a petición de la madre de este tras el fallecimiento de su marido, Marcelo Barbero I. Marcelo Barbero II trabajó con Arcángel Fernández en su pequeño taller hasta su temprano fallecimiento. Cada uno en su banco, y cada uno con su propia etiqueta y firma, aunque compartieran el mismo espacio.
Tuve el placer de conocer a ambos visitando su taller una mañana a petición de mi entonces distribuidor japonés, Shiro Arai, que estaba intentando que Arcángel le vendiera, aunque fuera, una sola de sus guitarras. No lo consiguió, pero disfrutamos de una agradable conversación con los dos guitarreros que atesoro con cariño.
*Popularmente, a la moneda española de 10 céntimos de peseta de 1870, se la llamaba perra gorda a causa del león, un tanto extraño, que aparecía en el reverso y que, al desgastarse, se confundía con un perro. En 1941 fue sustituida por una moneda de aluminio de 10 céntimos que, aunque el diseño era diferente, siguieron llamándola igual: perra gorda.
Amalia Ramírez
Madrid, 28 de nov. de 22
