Desde que se corrió la voz sobre la afirmación de Santos Hernández (1873-1943) de que él había sido el autor de la guitarra de Manuel Ramírez (1864-1916) que le regaló a Andrés Segovia (1893-1987) y que se encuentra expuesta en el MET, se ha emprendido una labor de acoso y derribo de la imagen de Manuel Ramírez para poner en su lugar a su discípulo y oficial Santos Hernández.
Y también desde entonces se habla menos de la obra de Manuel Ramírez y más de su taller, como si fueran elementos disociados. Incluso los más osados ningunean directamente a Manuel Ramírez, mencionando únicamente a Santos Hernández al referirse a la susodicha guitarra.
Reconocer la labor del maestro
Es obvio que Santos Hernández no sentía ningún respeto ni gratitud hacia su maestro y empleador Manuel Ramírez, que es lo mínimo que se le debe a quien le ha enseñado su oficio, sus secretos, su forma de trabajar, y que le ha transmitido los frutos de su experiencia. Pero eso es lo de menos, lo de más es que haya quien dé credibilidad a la palabra de alguien que se atribuye una autoría que no le corresponde, porque en realidad ¿quién es el autor de una obra? ¿No será el que la diseñó, tras una formación y una labor de investigación y de inversión en su desarrollo? ¿O sus empleados, que le ayudan a hacer el trabajo siguiendo sus diseños, instrucciones y enseñanzas, por no hablar del uso del material utilizado y el lugar de desempeño?
Hasta he tenido que oír de un “experto” que en esa guitarra se ve la mano de Santos Hernández (quien también afirma que se trata de una guitarra originalmente de 11 cuerdas, cuando en realidad era de 7 cuerdas, adaptada a 6 cuerdas, para lo cual bastaría con ver la fotografía de la parte posterior de la cabeza, publicada por el MET) *.
Normal, Santos trabajó con Manuel Ramírez y aprendió sus técnicas, las utilizadas, lógicamente, en su taller, por lo que la mano de los otros dos grandes oficiales de Manuel, Modesto Borreguero (1892-1969) y Domingo Esteso (1882-1937) podría reconocerse en las guitarras construidas en ese taller, pero sobre todo, la mano de Manuel Ramírez, creador de su obra.
Nosotros siempre hemos reconocido y respetado a nuestro maestro Francisco González (1820-1879), como escribo en otro artículo en homenaje al maestro, y nunca se nos ha ocurrido decir que una guitarra suya fuera construida por José Ramírez I (1858-1923), porque José no hizo guitarras suyas hasta que se independizó y desarrolló sus propios diseños y plantillas, como la conocida Guitarra de Tablao, que revolucionó el mundo del flamenco de la época, y que posteriormente tomaría su hermano y alumno aventajado Manuel para transformarla y asentar las bases de la actual guitarra flamenca.
Pruebas de la autoría de la guitarra de Andrés Segovia
Por otro lado, aun admitiendo que pudiera tener algún valor el hecho de que un oficial haya hecho una guitarra del taller de su maestro, ¿Qué documento sólido avala la afirmación de Santos Hernández sobre su autoría de esa guitarra? No existe nada más que su palabra, lo cual, por cierto, no está ni siquiera respaldado por la realidad del funcionamiento tradicional de los talleres artesanos, ni de los talleres de arte, ni de la ética más elemental.
Jamás se ha dicho que un violín de Guarneri (1698-1744) fuera “del taller de Guarneri”. Y la Sagrada Familia de Gaudí (1852-1926) sigue siendo su obra, aún en construcción, pese a que su autor falleció hace un siglo. Pero en el mundo de la guitarrería parece que algunos creen que no merecemos la categoría de otros grandes y reconocidos creadores cuya autoría de su obra no se pone en cuestión.
Aquí habría que preguntarse ¿por qué, desde que empezó a difundirse la afirmación de que esa guitarra era obra de Santos Hernández, sus guitarras comenzaron a alcanzar unas cotizaciones tan elevadas en el mercado? ¿Qué interés hay en poner a Santos Hernández eclipsando a Manuel Ramírez? Claro, si “su” guitarra fue la primera que acompañó a Segovia en su brillante carrera y además está en el MET ¿qué mejor publicidad para Santos? Pero ¿por qué? ¿Qué ventajas le puede aportar a alguien que murió hace tiempo y sin descendencia ni discípulos? ¿A quién beneficia entonces? Ciertamente, no es lo mismo cuando se trata de alguien, también fallecido, con un nombre y prestigio reconocidos, que además tiene descendencia viva y activa en el oficio.
La etiqueta de Manuel Ramírez
Sabemos que Santos Hernández quiso sustituir la etiqueta de Manuel Ramírez por una suya, cuando Andrés Segovia le llevó su guitarra de Manuel (cuando este había fallecido) para repararla. Segovia se negó a aceptar semejante disparate, y solamente le dio permiso para que pusiera una etiqueta al lado de la de Manuel, indicando que había sido reparada por Santos.
Segovia siempre reconoció a Manuel Ramírez como el autor de su guitarra, como puede escucharse de su propia voz en la grabación donde cuenta la anécdota de cuando Manuel le regaló la guitarra.
En definitiva, claro que estamos ante un caso de “quítate tú para que me ponga yo”, o dicho de un modo más fino, al estilo de Ghandi: “No hay que apagar la luz de la otra persona para lograr que la nuestra brille”. Pero en el trasfondo, ¿qué es lo que está alimentando esta historia realmente?
Anotaciones
*Como puede verse en la fotografía inferior, la reparación de esta guitarra consistió en tapar el agujero de la 7ª cuerda que originalmente tenía esta guitarra, que fue construida para Antonio Jiménez Manjón (1866-1924), quien era conocido por tocar una guitarra de 11 cuerdas, pero que en este caso había encargado a Manuel Ramírez una guitarra de 7 cuerdas que, por diferencias entre el guitarrista y el guitarrero, este decidió no vendérsela y la adaptó a 6 cuerdas. Este dato también está reflejado en la anécdota contada por Andrés Segovia cuando Manuel Ramírez le regaló este instrumento.
Amalia Ramírez
9 de junio de 2023