Como ya he escrito en otro breve artículo sobre la memoria de las guitarras, empezaré por insistir en que no es cierto que las guitarras de los años 60 y 70 sean mejores que las posteriores.
Es un preámbulo necesario a la hora de hablar sobre las guitarras de segunda mano.
Cambio de barniz
Muchas guitarras de segunda mano necesitan ser reparadas por su antigüedad, sobre todo por no haber sido cuidadas adecuadamente. Pero también es cierto que una guitarra que ha sido tratada con la atención que merece no requerirá ninguna reparación o, quizá, tan solo algún reajuste o matizado que no afecte a su estructura, ni a su aspecto, ni a su sonido.
Para empezar, nosotros no recomendamos quitar el barniz salvo en casos excepcionales, cuando la guitarra está muy mal. El cambio de barniz implica un acuchillado que, inevitablemente, algo de madera se llevará por delante, haciendo que la tapa quede algo más fina, lo que, sumado al lijado imprescindible, afectará al sonido, aunque sea levemente y dejará la tapa más proclive a la aparición de rajas. Es, además, una reparación cara que supera los 1.500€.
Reparación del diapasón
Antes de decidirse a comprar una guitarra usada, es importante probarla, porque las maderas con el tiempo tienden a moverse, ya que son un elemento vivo, y si ha estado sometida a cambios ambientales, especialmente de humedad o sequedad, pueden haberse producido daños importantes. Lo que más suele verse afectado en estos casos es el diapasón.
No obstante, si al probarla, resulta cómoda, aunque el diapasón se haya movido, no necesita reparación, pero si está incómoda o hace ruidos raros o ceceos, entonces seguramente habría que cambiar el diapasón, reparación cara porque requiere mucho tiempo y destreza, y el precio en cualquier caso sería superior a 1.000€.
Sin embargo, en el caso de que el diapasón se haya movido muy poco, a veces se soluciona repasando trastes, pero eso es algo que hay que valorar al inspeccionar la guitarra, por supuesto. Y si está demasiado alta de pulsación o demasiado baja, en ocasiones sería suficiente con hacer un reajuste bajando o subiendo la cejilla del puente (si el ángulo de la cuerda lo permite), lo que no implicaría el cambio de diapasón. Pero lo normal es que este desajuste de la pulsación se deba a que el diapasón se haya movido.
Anchura del mango
También hay guitarras que han estado bien cuidadas, pero la propia tensión de las cuerdas, con el paso del tiempo, hace que vaya arqueándose el montaje y, por tanto, subiendo la pulsación.
Antes de los 90 la anchura del mango, en la cejilla de cabeza, era de 54mm, pero mi hermano, José Ramírez IV, entre otras adaptaciones para hacer más cómoda la guitarra, redujo esta medida a 52’5mm, que es como lo seguimos haciendo en la actualidad a no ser que, bajo encargo específico, pidan la medida anterior o la opción de mango fino (me refiero al grosor del mango que antes era de 24mm y ahora es de 22mm, y en el caso del mango fino se dejaría a 20mm), lo cual, no obstante, sucede muy rara vez.
Lo cierto es que a muchos les resulta incómoda la anchura anterior de 54mm, por lo que a veces nos piden reducirla en guitarras de segunda mano, para lo cual se tiene que cambiar el diapasón, y en ese caso aprovechamos para poner barra rigidizadora de fibra de carbono que, por cierto, también fue una mejora introducida por José Ramírez IV, que después fue incorporada por muchos fabricantes de guitarras y guitarreros artesanos.
Rayas y cambios de temperatura
Otros daños importantes a examinar serían las rajas, sobre todo si no han sido previamente reparadas que pueden llegar a abrirse y necesitar una reparación más compleja.
Las rajas se pueden producir por presión, o por sequedad ambiental, y en cualquier caso conviene repararlas cuanto antes porque con el tiempo tienden a abrirse. Lo normal es repararlas con pincetas, pero si la raja se ha abierto hay que poner una chuletilla con una madera similar para cubrirla.
Otro de los daños más graves que puede tener el instrumento es que esté deszocado, es decir, que el zoque se ha rajado debido a un golpe seco cuando la guitarra ha caído de pie, especialmente estando dentro del estuche o de una caja. La reparación también es compleja, ya que afecta a la estructura.
Si se han despegado cenefas, o la tira de suelo, o la tira de culata, o ingletes, u otras desencoladuras, es una consecuencia típica del exceso de humedad o de sequedad. Si los trastes están mohosos (verdosos), es también un índice inequívoco de un exceso de humedad. Asimismo, cuando los extremos de los trastes están hundidos en el canto del diapasón, es por exceso de humedad, pero si están sobresaliendo, la guitarra ha estado sometida a un exceso de sequedad.
El sonido en el caso de demasiada humedad estará apagado, mientras que en el caso de demasiada sequedad será más brillante. Asimismo, el exceso de humedad hincha el diapasón, de modo que la pulsación baja y es normal que se puedan producir ceceos. Por el contrario, el exceso de sequedad merma el diapasón, aumentando la pulsación y haciendo la guitarra más incómoda de tocar.
Cuando hay varetas desencoladas, es fácil detectar porque la guitarra suena como un sonajero. Y las varetas, al igual que las barras, se pueden desencolar por haber presionado la tapa, o el suelo, o bien por un golpe.
En resumen, estos son los detalles más significativos en los que hay que fijarse cuando se quiere comprar una guitarra de segunda mano, y es muy importante tenerlos en cuenta antes de su adquisición, ya que, para que el instrumento sea “tocable”, la reparación puede ser muy costosa.
Amalia Ramírez
5 de mayo de 2023