En el ocaso del siglo XIX, Luis y Simón Ramírez impresionaron una serie de cilindros fonográficos con la guitarra y la bandurria como protagonistas.

De José Simón Ramírez de Galarreta y Pernías ‘José Ramírez II‘ (1885-1957) y Luis Ramírez de Galarreta y Pernías ‘Luis Ramírez’ (18XX-19XX), conservamos poca información, más allá de la facilitada por la familia Ramírez. Con apenas veinte años, José Simón Ramírez se fue de gira por Sudamérica —venciendo las reticencias de su padre (José Ramírez I)— con el argumento de que sería un breve viaje de dos años, aunque acabaron siendo veinte. Entre las muchas actividades que desarrolló, sobresalió su labor como director comercial de His Master’s Voice en Argentina (La Voz de su Amo).

En 1923 falleció su padre, por lo que regresó a Madrid desde Buenos Aires para hacerse cargo del negocio familiar, tras adquirir las partes de su hermano Luis y sus dos hermanas. Luis Ramírez continuó su carrera artística, tocando con Los Alpinos y con el Trío Español, junto con el padre de Miguel Martínez (que se llamaba Jesús Martínez), histórico encargado de la tienda ubicada en la calle Concepción Jerónima número dos.

El fonógrafo en España

La vida del fonógrafo en España es uno de los periodos más apasionantes de nuestra historia musical. Desde que Edison consiguiera en 1877 desarrollar el primer prototipo de fonógrafo tinfoil, nuestro país fue una plaza importante, tanto por la actividad desarrollada, como por la calidad de lo producido. A partir de 1884 esa primitiva lámina de estaño comenzó a ser sustituida por el cilindro de cera como soporte de grabación, pero no sería hasta casi una década después cuando el nuevo formato de grabación comenzó a difundirse por España, a través de las exposiciones públicas realizadas por Pertierra, Armando Hugens o el Marqués de Tovar, entre otros.

Destacados profesionales y aficionados impresionaron cilindros para deleite de los públicos que se congregaban en salones, casinos y otro tipo de espacios. Pero hasta ese momento, aún no habían surgido casas comerciales destinadas a la grabación y comercialización de cilindros, con un catálogo de sus producciones y un establecimiento a disposición del aficionado. Fue en el cénit del siglo XIX cuando varios emprendedores que estaban muy en contacto con los últimos adelantos científicos comenzaron a dar los primeros pasos en este sentido, como fue el caso del ya mencionado Armando Hugens o el laboratorio de Viuda de Aramburo.

Edison Standard Model A "Square top" con membrana y bocina Bettini

Edison Standard Model A «Square top» con membrana y bocina Bettini

Los Hermanos Ramírez inician su curiosidad por el fonógrafo

Es entre 1898 y 1899 cuando los «Hermanos Ramírez» (Luis Ramírez y Simón Ramírez), con una mezcla de curiosidad y amor por el instrumento, experimentan con el fonógrafo e impresionan los siguientes cilindros:

  • Pasodoble: Reverte (Araújo). Guitarra y Bandurria. Luis y Simón Ramírez.
  • Estudio para Guitarra (Sor). Simón Ramírez.
  • Marcha Turca (Mozart). Bandurria y Guitarra. Luis y Simón Ramírez.
  • Malagueña y Gallegada. Bandurria y Guitarra. Luis y Simón Ramírez.
  • Jota. Guitarra y Bandurria. Señorita Victorina y Luis y Simón Ramírez.
  • Caridad (Maestro Granados). Ramírez.
  • Mazurca: Genio y Figura. Hermanos Ramírez.
  • Córdoba (Maestro Lucena). Hermanos Ramírez.
  • Polka: El Beso. Luis y Simón Ramírez y Jesús M.
Cilindros fonográficos de Luis y Simón Ramírez

Cilindros fonográficos de Luis y Simón Ramírez.

Para ello, se sirvieron de un fonógrafo Edison Standard Model A «Square top» con membrana Bettini —tanto grabadora como reproductora— y bocinas del mismo fabricante, sin duda, la más exclusiva combinación para llevar a cabo ese tipo de grabaciones. Los cilindros empleados provinieron del citado establecimiento de Viuda de Aramburo, donde se exponían y comercializaban las últimas invenciones en el campo científico, tal y como rezan las etiquetas que acompañan a los documentos. Esos cilindros adquiridos, bien vírgenes (sin grabar), o bien comerciales una vez afeitados (limpiados para volver a ser grabados), de poco más de dos minutos de duración, fueron los soportes escogidos para recoger ese heterogéneo repertorio guitarrístico de finales de siglo.

La localización hace veinte años de estos documentos y su incorporación a la Colección Carlos Martín Ballester fue todo un acontecimiento por cuanto es —por ahora— la más temprana colección de documentos sonoros relacionados con la guitarra de concierto a nivel mundial. Si a ello se le añade la estrecha vinculación de los hermanos Ramírez con el mundo de la guitarra y su construcción, el conjunto adquiere una relevancia aún mayor.

Artículo escrito por Carlos Martín Ballester.

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